Photo: UNEP
18 Oct 2023 Reportaje Climate Action

Préstamos comunitarios ayudan a adaptarse a huracanes en Antigua y Barbuda

Photo: UNEP

La isla de Barbuda, en el Mar Caribe, aún soporta las cicatrices de su enfrentamiento más brutal con el cambio climático. En 2017, el huracán Irma, un leviatán de categoría 5 de una potencia sin precedentes, rugió sobre sus prístinas aguas turquesas.

El único refugio contra tormentas de la isla se derrumbó cuando 300 personas se refugiaban en su interior. Alrededor del 95% de los edificios de Barbuda quedaron destrozados, entre ellos viviendas, escuelas e infraestructuras de vital importancia.

"Acabo de presenciar un nivel de devastación que nunca había visto en mi vida", declaró António Guterres, Secretario General de la ONU, tras visitar la isla en aquel momento.

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La isla de Antigua es sumamente vulnerable al cambio climático, ya que se enfrenta a la subida del nivel del mar, al empeoramiento de las sequías y a huracanes cada vez más violentos. Foto: PNUMA/Marcus Nield

A unos 50 km al sur se encuentra Antigua, la isla gemela de Barbuda con la cual constituye la nación insular soberana de Antigua y Barbuda. Cuando el cielo se despejó y el mundo empezó a comprender la ferocidad de Irma, surgió una pregunta escalofriante: ¿podría Antigua, con una población 50 veces mayor que la de Barbuda, correr la misma suerte en el futuro?

"Todavía se me pone la piel de gallina al recordarlo", confesó Diann Black-Layne, directora del Servicio de Medio Ambiente del país. "Nunca habíamos vivido algo así. Fue traumático".

Mientras el cambio climático alimenta huracanes cada vez más frecuentes en el Caribe, la preocupación inmediata de muchos en Antigua es acceder a la financiación necesaria para reforzar sus viviendas. El precio de los seguros de vivienda tradicionales está prácticamente fuera de alcance debido a los riesgos climáticos cada vez mayores.

Por ello, el Servicio de Medio Ambiente de Antigua y Barbuda ha colaborado con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en la puesta en marcha de un programa de préstamos renovables que permite a los residentes obtener préstamos a bajo interés para reforzar sus viviendas contra los huracanes. Una vez devueltos, los fondos ayudan a otra familia, perpetuando un ciclo de resiliencia comunitaria.

Black-Layne habla con pasión del proyecto y afirma que ha ayudado a los residentes a reforzar tejados, instalar contraventanas anticiclónicas, comprar depósitos para captar las aguas de lluvia y equipar sus casas con paneles solares.

Este sistema "le ofrece a la persona propietaria de la vivienda un plazo muy largo para devolver el préstamo, y no se le exige que aporte ningún tipo de garantía", explicó Black-Layne. "La tasa de morosidad es ínfima en este sistema gestionado por la comunidad".

El proyecto se ha dirigido al personal del equipo de respuesta inicial, socorristas como policías y bomberos, que están obligados a seguir trabajando durante los huracanes para mantener el país a flote mientras las demás personas se refugian.

Randolph Best, padre de tres hijos y empleado de la National Housing Development Company, utilizó su préstamo de 13.000 dólares para instalar un sistema de paneles solares en su tejado, acompañado de un sistema de baterías para almacenar energía. Cuando se corta el suministro eléctrico público durante los huracanes en Antigua, el señor Randolph Best puede seguir recibiendo electricidad.

Dice que la protección de su casa también beneficia a la comunidad en general. "Digamos que tu vecino no puede conseguir un préstamo todavía. El hecho de que uno [haya implementado medidas de] resiliencia significa que está en condiciones de ayudarle".

Los estudios científicos más recientes demuestran que el cambio climático se está acelerando más deprisa de lo que se había calculado, y la necesidad de contar con soluciones de adaptación fiables nunca ha sido tan urgente, sobre todo en los países en desarrollo, donde las comunidades suelen ser más vulnerables a las perturbaciones climáticas. Según el Informe sobre la Brecha de Adaptación del PNUMA, la financiación actual destinada a la adaptación en los países en desarrollo es entre 5 y 10 veces inferior a las necesidades estimadas, que ascienden a un valor aproximado de US$160-340 mil millones para 2030 y de US$315-565 mil millones para 2050.

Los principales impactos del cambio climático que afectan a las naciones del Caribe, la mayoría de las cuales son pequeños estados insulares en desarrollo, incluyen la subida del nivel del mar, la degradación de los arrecifes de coral y el aumento de la frecuencia e intensidad de los huracanes. Para estos países, los daños causados por las tormentas suponen cada año alrededor del 17% de su producto interior bruto.
 

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Los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID), como Antigua y Barbuda, son especialmente vulnerables al cambio climático, ya sea por la subida del nivel del mar, la degradación de los arrecifes de coral o los fuertes huracanes. Foto: PNUMA/Marcus Nield

Puesto que Antigua y Barbuda sólo produce alrededor del 0,002% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, surgen preguntas sobre la justicia climática y sobre quién debe pagar exactamente las pérdidas y los daños causados por los huracanes en estos pequeños Estados insulares en desarrollo.

Mientras este debate mundial sobre la financiación de las pérdidas y daños se desarrolla en los foros internacionales, son diversas las organizaciones intergubernamentales, como el PNUMA, que están intensificando su apoyo sobre el terreno a las comunidades.

Hasta la fecha, el proyecto de vivienda dirigido por el PNUMA ha concedido 66 préstamos por un total de 1,6 millones de dólares. La financiación del programa de préstamos procede de una combinación de fuentes nacionales y tres proyectos internacionales de adaptación al clima: uno financiado por el Fondo Verde para el Clima (FVC), otro por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) y otro por el Fondo de Adaptación (FA). El mecanismo de préstamos ha sido considerado un modelo insignia sobre cómo diseñar múltiples proyectos financiados internacionalmente con un alto nivel de complementariedad y coherencia.

Semour Robins es padre de dos hijos y agente de policía. El plan prestó al señor Robins unos 26.000 dólares, dinero que utilizó para comprar paneles solares, depósitos de agua de lluvia y contraventanas anticiclónicas que protegen las ventanas de los proyectiles.

Robins cree que las contraventanas anticiclónicas han tenido el impacto más significativo. "Ahora que tengo las contraventanas, me siento mucho más cómodo en mi casa. Me siento más seguro.

"Sin duda recomendaría recurrir al fondo", añadió. Es algo que debería replicarse en todos los países del Caribe".

Las mujeres constituyen alrededor del 67% de quienes se han beneficiado del programa de préstamos rotatorios, debido a la prioridad que el proyecto ha dado a las mujeres cabeza de familia. Evette Henry, bombera y madre de dos hijos, recibió un préstamo de 37.000 dólares.

Una de sus principales adquisiciones fue un tanque de recogida de agua de lluvia, un bien crucial en el clima árido de Antigua. Dado que la isla depende en gran medida del agua almacenada y bombeada, este tanque no sólo garantiza a su familia un suministro fiable de agua durante la estación seca, sino también durante los huracanes, cuando el suministro de agua se interrumpe o se contamina por las inundaciones.

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Evette Henry utilizó su préstamo para comprar tanques de captación de agua de lluvia, que proporcionan una fuente fiable de agua cuando otras fuentes de abastecimiento se interrumpen durante los huracanes. Foto: PNUMA/Marcus Nield

Jessica Troni, Jefa de la Unidad de Adaptación al Cambio Climático del PNUMA, quien ayudó al gobierno nacional a lanzar el programa de préstamos, explica otro beneficio vital de los préstamos rotatorios.

"Con este modelo innovador, hemos visto cómo una sólida combinación entre financiación internacional y iniciativa local puede crear resiliencia incluso en las comunidades más vulnerables del mundo al cambio climático", afirmó la señora Troni. "Ahora el objetivo es procurar ampliar y extender estos programas para ayudar a más personas en los próximos años. Allí consagramos nuestro trabajando ahora".

Si desea obtener más información sobre el proyecto respaldado por el PNUMA para ayudar a Antigua y Barbuda a prepararse para el cambio climático, titulado Aumentar la resiliencia climática a través de mecanismos de financiación innovadores para la adaptación al cambio climático, comuníquese con Jessica Troni (Jessica.Troni@un.org).